¡Ojo con las zapatillas viejas!

Usar zapatillas envejecidas o del tipo incorrecto para el pie, físico o estilo de correr, puede provocar lesiones. La solución es elegir el calzado que está diseñado para cada peso, sexo y también para qué lo queremos, ya
que no es lo mismo correr una carrera de aventura o un maratón. Algunos consejos para que nos dure un tiempito más si es posible.

Los corredores todos, hemos cometido errores en algún momento de nuestra vida deportiva. Uno muy común es el calzado inadecuado. Lamentablemente es muy probable que nos lesionemos si no le prestamos atención y no tenemos en claro algunos conceptos al respecto. Usar zapatillas envejecidas o del tipo incorrecto para nuestro pie, físico o estilo de correr, puede provocarnos lesiones. La solución: elegir el calzado diseñado para nuestro tipo de pie, peso, sexo y también para qué lo queremos, ya que no es lo mismo correr una carrera de aventura, 10, 21 ó 42 kilómetros.
Hoy tenemos calzado deportivo confeccionados específicamente para cada necesidad. Pero antes de entrar a la casa de artículos deportivos a comprar nuestra nueva compañera, vamos a analizar primero por qué debemos tener un par nuevo y algunos consejos para que nos duren un tiempito más si es posible.

¿Cuándo cambiarlas?
Desgraciadamente antes que se deterioren superficialmente, a veces da lástima porque están impecables por arriba, sin embargo debes substituirlas. Cada 500-650 kilómetros ya que la pérdida de amortiguación, lleva a que impactes con el piso con menor protección. Depende de tu estilo de correr, el peso corporal y la superficie en la que corres en definitiva la duración. Corredores más pequeños pueden conseguir extender la duración, mientras que los más pesados deben considerar el reemplazo más seguido. Si corres sobre asfalto áspero, debes substituirlos más pronto que si corres sobre césped o tierra.
Calzado deportivo viejo o gastados es una de las causas más comunes de lesiones del corredor. Con el uso pierden la absorción del choque, amortiguación y la estabilidad que le dan a la pisada. El entrenamiento con zapatillas gastadas aumenta la tensión y el impacto en tus piernas y articulaciones. La mejor forma para prevenir estos tipos de lesiones es renovarlos a tiempo.
La entresuela de la zapatilla es la que proporciona la amortiguación y la estabilidad y se deforma bastante antes de que la suela demuestre muestras importantes de desgaste.
Segundo, cuando sientes dolor de rodillas o sensación de fatiga muscular. También si las suelas están gastadas o pierden flexibilidad al torcerlas.

Para que nos duren más
Cuando consideras que tus zapas han llegado a la mitad de su vida útil, es el momento de comprar otro par para rotarlos en tus entrenamientos. Si permites que ambos se descompriman y que se sequen entre los entrenamientos aumentas un 20% su duración. También, tener un par con poco uso como referencia te ayudará a notar cuando los anteriores cumplieron su ciclo.
Si entrenas casi a diario, es beneficioso rotar dos o más pares. Durarán mucho más cuando le das un día o dos para descomprimirse y secar entre los entrenamientos.
Es importante también algunos cuidados especiales, por ejemplo mantenlos en un lugar fresco, seco en donde pueden ventilarse correctamente. No los dejes en lugares como el bolso del gym o cerca de una estufa caliente. No los laves en la máquina de lavar.
Si necesitas limpiarlas, utiliza un cepillo, un jabón suave y agua fría; después déjalas secar al aire. Para que no tomen olor debido a la transpiración del pie, sácale la plantilla y después de dejarlas secar al aire, espolvorea entre la plantilla y la entresuela algún talco pédico, si no tienes bicarbonato de sodio es una alternativa casera. Utilizar las zapatillas para correr, única y exclusivamente, para eso fueron diseñadas, no para el fútbol, voleibol, ciclismo, ir al gimnasio, ni siquiera para usarlas durante el día para trabajar, etc. Atar las zapatillas adecuadamente, hay modas que consisten en utilizar el calzado deportivo sin atar y que son muy peligrosas ya que el pie se mueve en exceso dentro de la zapatilla y no es sujetado convenientemente. Tampoco de sacar o poner sin desatar los cordones primero.
Ahora vamos a ir de compras, pero primero debemos saber qué tipo de pie o pisada tienes. Hay tres tipos básicos de pie, cada uno basado en la altura del arco. La forma más rápida y sencilla de determinar tu tipo de pie, es realizando el siguiente test: 1) pon un poco de agua en un recipiente bajo; 2) moja la planta del pie; 3) pisa sobre un trozo de papel blanco grueso; 4) levanta el pie, observa la marca que ha dejado y busca la correspondencia con uno de los tipos de pisada (normal, plano o alto).

Arco normal (medio)
Si ves alrededor de la mitad de tu arco, tienes el tipo de pie más común y eres probablemente un pronador normal. En contra de la creencia popular, la pronación es una cosa buena. Cuando el arco cae con fuerza y el tobillo gira hacia adentro, esta pronación absorbe el golpe. Siendo un pronador normal, puedes utilizar casi cualquier zapatilla, pero puedes adaptarte mejor a una con estabilidad que proporcione un apoyo del arco moderado (o estabilidad media). Los corredores de peso ligero con arco normal pueden preferir zapatillas con amortiguación neutra sin ningún apoyo añadido, o incluso una zapatilla de competición que ofrezca algo de apoyo pero menos peso, para lograr una sensación de mayor rapidez.

Arco plano (bajo)
Si ves casi tu huella completa, tienes un pie plano, lo que significa que probablemente eres un sobrepronador. Es decir, un microsegundo después del aterrizaje, tu arco cae hacia adentro demasiado, con lo que se produce un excesivo movimiento del pie y se incrementa el riesgo de lesiones. Necesitas zapatillas con buena estabilidad, que utilizan mecanismos tales como medias suelas de doble densidad y «postes» de apoyo para reducir la pronación que son mejores para sobrepronadores medios a moderados, o bien zapatillas con control de movimiento, que tienen dispositivos de apoyo más firmes y son más adecuadas para sobrepronadores severos, así como para corredores altos, pesados (por encima de 75 kilos) o patizambos.

Arco alto
Si ves sólo tu talón y la parte delantera de la planta unida por una línea delgada en la parte exterior del pie, tienes el arco alto, el tipo menos común de pie. Esto significa que es probable que seas supinador, lo que puede implicar que demasiado impacto puede repercutir en tus piernas, ya que el arco no cae lo suficiente para absorberlo. A los supinadores les van mejor las zapatillas con amortiguación neutra porque necesitan una media suela más blanda que favorezca la pronación. Es vital que las zapatillas de un supinador no tengan mecanismos de estabilidad adicional para reducir o controlar la pronación, tal como lo haría una zapatilla con estabilidad o control de movimiento.
La semana próxima vamos de compras y tendremos los nombres de algunos modelos específicos para cada sexo y tipo de pie.
La Opinion de Pergamino

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Santiago Ernesto Lértora Entrenador
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